¿Naciste PRINCIPE o PRINCESA? (Enfoque Transaccional) (por: Mario Plaza)

El enfoque Transaccional viene a decir que al nacer, «TODOS NACEMOS BIEN», enfatizando que nacemos «sin autolimitaciones».
El Dr. Eric Berne (1910-1970), médico psiquiatra, fue el fundador, principal creador e innovador del Análisis Transaccional.
Berne decía metafóricamente:  “Todos Nacemos Príncipes Y Princesas”.

«Todos nacemos siendo Príncipes o Princesas»

Después, en nuestras relaciones con los demás, tomamos decisiones autolimitadoras con las que nos convertimos en “Sapos o Ranas Encantadas”.

Yo llevo un tiempo pensando algo similar, y casualmente, antes de leer sobre el enfoque Transaccional de Berne, a un concepto parecido yo lo llamé de otra manera, pero la idea es realmente coincidente y por eso me llamó mucho la atención.
Considero actualmente que en general, nacemos bien, y con el tiempo «NOS TARAMOS». Así lo definí hace un tiempo…
Con ese término «TARARSE», me refiero a que nos vamos cargando de «TARAS», pesos o pequeños desperfectos que nos va haciendo la vida, y que nos van «restando» algo de valor o de confianza en nosotros mismos a lo largo de las relaciones con otras personas. Y esos pesos los vamos cargando y llevando de una relación personal a otra, esos rotos afean lo que éramos al nacer.

Pero, como dijo Berne,  básicamente: Como persona, «Yo soy Guay  – Tú eres Guay » . Soy una persona digna de confianza y respeto básico en mí mismo y en el otro». Por tanto, todos tenemos el mismo potencial que teníamos cuando nacimos».
La pregunta sería… si tenemos el mismo potencial, ¿donde lo tenemos? ¿qué lo limita?

Las limitaciones externas al desarrollo de nuestro potencial humano, y sobre todo las limitaciones internas decididas tempranamente, producen lo que llamamos «infelicidad», esa auto-limitación de aquellas habilidades personales que nos ayudarían a resolver problemas y enfrentarnos a la vida de forma eficaz, y en definitiva lo que podría llegar a desencadenar la patología.

De modo que «yo soy responsable de mi vida y decido lo que es bueno para mí».

A este respecto dice Kértesz:
«El análisis transaccional asigna la mayor importancia a la segunda serie de factores (psicosociales, aprendizaje de conductas en la infancia, mensajes parentales) pero al mismo tiempo respeta la posibilidad de libertad, responsabilidad y cambios por parte del adulto, si éste toma la decisión de hacerlo, sin considerar al hombre como un títere de sus instintos ni mantenerlo años acostado en un diván para explorar las fantasías de su Niño».
Berne acuñó la frase: «Cúrese primero, analícese después», en marcado contraste con las teorías Psicoanalíticas, donde lo primero es el análisis.

Y es que a la gente le importa cambiar y comprobar que puede llegar a modificar sus conductas negativas incluso mucho más que conocer «las causas», o gastar el tiempo buscando explicaciones.
La gente quiere estar bien ahora.

El Psicoanálisis busca primero las CAUSAS, y el análisis Transaccional busca más La Cura, antes que detenerse en el diagnóstico.

El análisis transaccional traduce a un esquema conceptual simple y práctico ideas (que guardan cierta similitud pero también cierta distancia) investigadas por el psicoanálisis clásico.

Si «curar» como objetivo principal es «el pró», ¿cual podría «la contra»?

En mi opinión podría ser que a veces CURAR puede llegar a hacerse complicado si no se conoce el origen de lo que pretendes sanar.

Sea de un modo o de otro, lo que parece ser cierto es que las «TARAS» las arrastramos a lo largo del tiempo, y puede llegar un momento en que lo que era una Princesa o un Príncipe, parezca ahora un Sapo debido a los pesos psicológicos asociados a nuestro historial de vida, mezclado siempre con una pizca de nuestros própios factores genéticos, siempre presentes.

Así que concluiré esta nota con una pregunta para tu propia introspección:
«¿Te sientes aún Príncipe o Princesa?
Si es así… ¡siéntete una persona afortunada!

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(Mario Plaza Buitrago)